Aunque por el título no lo parezca, hoy va de cine. Se acerca la ceremonia de los premios Oscar y las pelis más nominadas están ya en nuestras pantallas. Una de ellas es Her, la nueva película del director Spike Jonze, estrenada por fin en España el pasado día 21. Queremos hablaros de Her porque este es un blog en el que hablamos de emociones, de cómo sentirnos bien y de la búsqueda de la felicidad. Y eso es esencialmente lo que hace el ultraromántico Theodore Twombly, interpretado por Joaquin Phoenix, durante toda la película. Otra cosa es que sus métodos sean más bien poco ortodoxos y que al final, no sea necesario acabar transitando caminos tan lejanos, cuando la salida puede estar, literalmente, en la puerta de al lado.
Theodore vive en un mundo futuro pero no muy lejano, en el que la asepsia y la hiperconectividad digitalizada es aún más que el pan de cada día, y su trabajo es, irónicamente, crear cartas manuscritas para parejas, en una puntocom que pretende ahorrar a sus clientes el “trabajo” de demostrar sus propios sentimientos a sus seres queridos. A pesar de pasarse el día escribiendo cartas de amor para otros – o quizá por eso- Theodore no es feliz: le pesa demasiado la falta de amor y de conexión con los demás, especialmente desde que su matrimonio fracasó. Theodore vive en en estado de nostalgia permanente, en el que añora volver a sentir. Y buscando esa reconexión es cuando encuentra a Samantha. Sólo que Samantha no es una persona real. Samantha (la voz de Scarlett Johansson) es un sistema operativo, una inteligencia artificial tan avanzada que es capaz de desarrollar su propia personalidad, de la que Theodore acaba enamorándose.
Para todos lo que aún no la hayáis visto Her, no vamos a destriparos más el argumento. Pero sí que nos atrevemos a proponeros una de las reflexiones que la película plantea. No hace falta irse tan lejos como al futuro plantado en Her para darnos cuenta de que ya vivimos sumidos en un mundo cada vez más impersonal. Las amistades se cuentan por números y estadísticas en facebook. Los smartphones y gadgets tecnológicos ocupan cada vez más tiempo de vida. Horas de nuestra vida que dedicamos, irónicamente, a estar “conectados”, a comentar en el muro de nuestros amigos en lugar de tomar un café con ellos. En Her lo vemos reflejado en personas que van por las calles hablando a su bolsillo, que se enamoran de máquinas, que sonríen ante lo que su sistema operativo les cuenta, y que fracasan estrepitosamente en sus relaciones “reales”. Por eso, os recomendamos que no olvidéis que el mundo real está más allá de las pantallas, aunque irónicamente, os lo estemos diciendo a través de un blog o de otra pantalla, la del cine. Quizá la clave esté en hacer un uso más consciente de las nuevas tecnologías y las redes sociales. De momento os recomendamos releer las pautas que la psicóloga Marisa Bosqued nos dio en el artículo que enlazamos, y a los cinéfilos, ir reservando butaca en vuestro cine, y mesa en un bar tranquilito para comentar la peli cara a cara con vuestros amigos, los de verdad.