De vuelta de este puente, muchos de nosotros pensaremos: “se me han hecho demasiado cortos estos días de vacaciones; ni me ha dado tiempo para relajarme del todo”. Y lo cierto es: para deshacerse del estrés de nuestro día a día, no basta sólo con vivir algunos días de inactividad como en este pasado puente de mayo. Si sufrimos de una sensación continua de que las demandas de nuestro medio ambiente exceden a nuestras posibilidades – uno de los principales factores del estrés – tenemos que recurrir a otros métodos que nos ayuden a controlar esta tensión: las llamadas técnicas de relajación.
En el libro Triptófano, el secreto para volver a ser tú (en librerías a partir de este verano) encontraréis una serie de instrucciones y consejos que os ayudarán a encontrar una vida más equilibrada. Pero en muchas ocasiones, como la vuelta al trabajo, sencillamente nos falta tiempo para poner en práctica las técnicas más complejas. Aquí os damos la solución: 5 pasos para poder relajaros de una forma rápida y sencilla.
Antes de nada, hemos de tener en cuenta: ¡las técnicas de relajación no son ninguna brujería! Todos podemos aprender a aplicarlas. Su acción beneficiosa se produce por los cambios que su puesta en práctica de manera continuada ejerce sobre nuestro Sistema Nervioso: por un lado, la modificación de las ondas de la actividad eléctrica cerebral favorece el predominio de las que indican bienestar y tranquilidad. Por otro lado, se producen ciertos cambios neuroquímicos a nivel cerebral, como la modificación de los niveles de serotonina, neurotrasmisor del cual es precursor el triptófano. La presencia de este aminoácido en determinadas cantidades produce una sensación de bienestar y relajación; regula el sueño y el apetito mediante la saciedad; y aumenta la autoestima y la concentración. De ahí la importancia de que la práctica de un programa de técnicas de relajación vaya acompañada de una dieta rica en alimentos que contienen triptófano o bien por complementos alimenticios que contengan triptófano.
Dicho esto, empecemos a relajarnos:
- Respira profunda y lentamente por la nariz, llenando de aire tus pulmones desde la zona baja a la superior. Retén el aire contando lentamente hasta cuatro y expúlsalo a continuación.
- Una vez más vuelve a inspirar profundamente, enviando el aire a la parte baja de los pulmones. A la vez, comienza a tensar los brazos, el cuello, hombros, mandíbula, labios, ojos, frente, espalda y piernas, sintiendo la desagradable sensación de la tensión. Retén el aire y mantén la tensión contando lentamente hasta cuatro.
- Ahora empieza a soltar el aire muy despacio, a la vez que vas aflojando los músculos tensos y te repites mentalmente el mensaje “calma, no tengo nada de qué preocuparme”.
Vuelve a repetir otras dos veces el ejercicio de inspiración profunda-tensión muscular seguido de espiración-relajación muscular-autoinstrucciones de calma.
- A continuación, imagínate a ti mismo en una situación que te resulte relajante, aquella que para ti sea sinónimo de calma y tranquilidad. Hazlo con todo tipo de detalles, utilizando todos los sentidos: olores, sensaciones táctiles, sabores, sonidos, vista. Por ejemplo, concéntrate con todas tus fuerzas en imaginarte que estás paseando por el campo, en un lugar en el que ya hayas estado en alguna ocasión, pues así te será más fácil imaginarla con realismo y detalle.
- Respira profunda y pausadamente y continúa recreándote en las agradables sensaciones que experimentas durante unos momentos.
Como verás, si pones en práctica estas técnicas, conseguirás una relajación instantánea de una forma relativamente sencilla. Aquí en nuestro Blog también te iremos mostrando más consejos sobre la “puesta en escena” de estos ejercicios y más instrucciones que te resultarán útiles para controlar el estrés. ¡Estate atento!
Foto | Andrés Nieto Porras en Flickr