Viajar como sinónimo de felicidad

La felicidad no es algo que suceda de repente. Son una serie de decisiones las que te llevan a ella. No dar mucho valor a cosas que puedan ser reemplazadas fácilmente (como objetos de consumo, dinero, ropa, etc.) es una determinación en la que todas las corrientes estudiosas de la felicidad coinciden. Pero muchas veces, en nuestra ansiada búsqueda de la felicidad, a menudo nos preguntamos qué actividades o eventos vitales pueden proporcionarnos felicidad o bienestar intensos.

Se habla siempre de vivir el presente, que es el único momento que podemos vivir, de hecho. Algo que nunca volverá a repetirse y que lleva adjuntado una emoción. Muchas veces no nos damos cuenta de qué felices éramos hasta que ha pasado un tiempo y lo recordamos con satisfacción. Y, es por eso que debemos conseguir recuerdos que nos remitan a esa deseada felicidad.

A veces un viaje es la única manera de evadirse de alguna situación estresante. El Gabinete de Psicólogos EIDOS hace unas reflexiones sobre esta apasionante actividad, que seguramente, no gusta a todos. Pero quienes disfrutan de ella obtienen beneficios psicológicos importantes, más de los que creemos. Viajar es tan fugaz a veces como la propia felicidad, efímera. Como una pompa de jabón que va flotando y que se deshace como un parpadeo involuntario. El viaje puede ser iniciático, un viaje de placer, de desesperación, un viaje romántico, un viaje de descubrimiento, incluso un viaje neurótico… hay un viaje para cada estado de ánimo, para cada personalidad.

El viaje es una continua digestión de sensaciones y de incorporación de nuevos eventos psicológicos, de activación de millones de neuronas a un tiempo. El hombre viaja para escapar de la rutina, del estrés y de la monotonía. Muchos viajan para conocerse a sí mismos, para explorar el mundo… para iniciar, también, una “autoexploración”. Es decir, en ocasiones, un viaje puede convertirse en un “viaje interior”. En cierto sentido, los viajes son una terapia psicológica. Durante tu viaje soñado estás viviendo algo diferente y compartiéndolo con parejas y amigos. Los problemas quedan a un lado y se hacen muy pequeños en comparación con la grandeza del descubrimiento de otros paisajes, otras personas, otras historias. Una catarsis. Sentir la vida intensamente, eso es viajar.

Viajar es la belleza de disfrutar de un atardecer, de un día en la playa, de una tarde en la plaza de algún pueblo, sin más que hacer que exprimir ese instante. Es charlar con los amigos y con nueva gente en un nuevo marco vivencial. Es constante aprendizaje. Son risas, a veces lágrimas, que se animan a asomarse en esos lugares remotos a los que sólo llegamos cuando estamos viajando.

¿Por qué viajamos? Porque es mucho más que un placer, un descubrimiento y conocimiento. Porque es una necesidad… porque quizás sea una completa adicción. Así pues, aún estáis a tiempo de hacer una escapada romántica, familiar o solo para desconectar y vivir unos días únicos de felicidad que nos quedaran en nuestro recuerdo por mucho tiempo.

[FOTO by: Seemann]