El periodo de verano, cuando todos estamos de vacaciones, es tiempo de grandes encuentros y reencuentros. Estos meses volvemos a ver a nuestros familiares y amigos que por cuestiones de trabajo no hemos visto durante todo el año o simplemente no hemos tenido la ocasión de disfrutar la cantidad de tiempo que realmente nos gustaría junto a ellos.
El apoyo que recibimos por parte de nuestros mas allegados es vital para sentirnos bien y ser felices. Además, el apoyo social tiene una enorme influencia sobre el estrés. De hecho, está comprobado que el intento de llevar el estrés en solitario frecuentemente nos convierte en una especie de olla a presión sin salida de vapor, sin posibilidad de desahogo. Saber que siempre habrá alguien pensando en nosotros, dispuesto a alargarnos la mano en caso de necesitarlo, hace que nuestra satisfacción personal aumente, puesto que nos sentimos queridos y arropados.
Las relaciones con las personas que nos rodean, por tanto, pueden constituir un factor protector contra el estrés. La práctica de empatía es vital en este sentido. Sentir con el otro, ser capaz de ponerse en su lugar, intentar comprender cómo ve las cosas desde su punto de vista, nos ayuda a entender a la persona que tenemos delante y a conocerla en profundidad. Es importante que cuando estamos con nuestros seres queridos intentemos encontrar el lado positivo en cada una de las personas que nos rodean. Expresar lo que nos gusta de ellos y reforzar sus conductas positivas con signos de aprobación, halagos, una sonrisa… son formas de sembrar positividad en nuestro alrededor. En consecuencia, ellos también te devolverán mensajes progresivamente más positivos, de esto modo la amistad se verá reforzada y la relación con estas personas funcionará mejor. También debemos ser capaces de transmitir aquello que nos disgusta o molesta de estas personas, puesto que la base principal de la amistad es la honestidad. En este caso también debemos saber encajar las desaprobaciones de los demás hacia nosotros.
La tolerancia y la flexibilidad son los factores más importantes en nuestras relaciones sociales. Cada persona es un mundo y debemos aceptar a cada uno como es. Así los demás también nos aceptarán tal y como somos. El hecho de querer cambiar o hacer cambiar una relación interpersonal adaptándola a nuestros patrones es un error que muchas veces cometemos. Además, lo único que conseguiremos es empeorar la situación y por consiguiente un deterioro en la relación. Como en otras muchas situaciones en la vida, en esta ocasión también debemos ser capaces de decir “no” y poner límites a las exigencias de los demás. El “sí sincrónico”, como todos hemos sufrido alguna vez, finalmente no origina más que agotamiento y estrés, por aceptar responsabilidades que no sean de nuestro agrado o que estén por encima de nuestras capacidades. A largo plazo estas situaciones generan resentimiento e irritabilidad por la sensación de que recibimos menos de lo que damos. Por ello, di que “no” cuando sea necesario y explica tus motivos sin sentirte culpable.